Giotto, Natividad, fresco, c. 1305, Capilla de los Scrovegni, Padua
La Natividad
La Navidad, la fiesta que celebra el nacimiento de Cristo, Nativitas Domini, se celebra en Occidente desde mediados del siglo IV. En la representación del nacimiento de Jesús, tenemos que diferenciar la Natividad, de otros episodios que están relacionados y que a veces aparecen en la misma representación, pero sucedieron en días siguientes. Así en esta entrada no trataremos el tema de la Epifanía o Adoración de los Magos, a la que dedicaremos una entrada separada.
En los evangelios canónicos sólo Lucas da un relato completo. Mateo sólo menciona «habiendo nacido Jesús en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes» y luego pasa a los magos. El relato completo canónico que nos interesa para este tema iconográfico, está en Lucas 1-20
Fuentes
Nuevo Testamento, Evangelios Canónicos, Lucas 2, 1-20
Sucedió en aquellos días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada. En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: «No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad». Y sucedió que, cuando los ángeles se marcharon al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha comunicado». Fueron corriendo y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho.
Texto: Biblia de la Conferencia Episcopal Española
En el relato de Lucas no se nos dice en que lugar de Belén sucede, ni a que horas ni en que circunstancias, pero están los elementos que serán representados: María, José y el Niño, los ángeles y los pastores. Otros aspectos de la representación tradicional de la natividad están en los Evangelios Apócrifos, sobre todo el Protoevangelio de Santiago, y el Evangelio del Pseudo Mateo. En estos relatos aparece el lugar: cueva y establo o pesebre, el alumbramiento de María en la noche, José que busca las parteras, la estrella y los animales: el buey y el asno.
Evangelios Apócrifos: Evangelio de Pseudo Mateo XIII-XIV
La estrella
XIII 6. Porque unos pastores afirmaban a su vez que habían visto a medianoche ángeles cantando un himno, loando y bendiciendo al Dios del cielo, y diciendo que el Salvador de todos, el Cristo, había nacido, y que en él debía Israel encontrar su salvación.
7. Y una gran estrella brillaba encima de la gruta, de la tarde a la mañana, y nunca, desde el principio del mundo, se había visto una tan grande. Y los profetas que estaban en Jerusalén decían que esa estrella indicaba el nacimiento del Cristo, el cual debía cumplir las promesas hechas, no sólo a Israel, sino a todas las naciones.
El buey y el asno en el pesebre
XIV 1. El tercer día después del nacimiento del Señor, María salió de la gruta, y entró en un establo, y deposité al niño en el pesebre, y el buey y el asno lo adoraron. Entonces se cumplió lo que había anunciado el profeta Isaías: El buey ha conocido a su dueño y el asno el pesebre de su señor.
2. Y estos mismos animales, que tenían al niño entre ellos, lo adoraban sin cesar. Entonces se cumplió lo que se dijo por boca del profeta Habacuc: Te manifestarás entre dos animales. Y José y María permanecieron en este sitio con el niño durante tres días.
Representaciones en la Antigüedad Tardía
La Natividad tiene representaciones a partir del siglo IV, el buey y el asno ya parecen representados y José suele estar ausente, María tiene el lugar importante. Estas primeras representaciones están unidas a la Epifanía. A partir del siglo V se separan los temas.
Representaciones medievales
En las representaciones medievales en el arte occidental hasta bien avanzado el siglo XIII, tiene influencia de la representación bizantina, en la que María está acostada descansando del parto. Es la que vemos en el fresco de Giotto de la cabecera y en las siguientes imágenes del periodo gótico.

El lugar de nacimiento es un humilde cobertizo, a veces con el tejado dañado, una cueva o una combinación de ambos como en Giotto.
En la miniatura gótica, hasta el siglo XV se mantiene esta iconografía.


A partir de las visiones de Santa Brígida de Suecia (1303-1373) la representación de la Natividad cambia. María deja de estar acostada y es la primera que realiza la adoración de Jesús. El texto de Santa Brígida dice así:
Cuando Él estaba en mi vientre, lo engendré sin dolor alguno, sin pesadez ni cansancio en mi cuerpo. Me humillé en todo, sabiendo que portaba en mí al Todopoderoso. Cuando lo alumbré, lo hice sin dolor ni pecado, igual que cuando lo concebí, con tal exultación de alma y cuerpo que sentí como si caminara sobre el aire, gozando de todo. Él entró en mis miembros, con gozo de toda mi alma, y de esa forma, con gozo de todos mis miembros, salió de mí, dejando mi alma exultante y mi virginidad intacta.
Cuando lo miré y contemplé su belleza, la alegría desbordó mi alma, sabiéndome indigna de un Hijo así.

Las parteras, nombradas en el Protoevangelio de Santiago y en Evangelio del Pseudo Mateo, aparecen en representaciones hasta el siglo XV. En la siguiente imagen las vemos apareciendo en segundo plano plano por la derecha. En ambos apócrifos se dice que no tuvieron que intervenir, puesto que cuando llegaron Jesús ya había nacido.

Representaciones en el Renacimiento y Barroco
La pintura y escultura renacentista hace aparecer una novedad en el lugar de la Natividad: las ruinas de un templo o de un edificio clásico. Ese edificio en ruinas, a veces combinado con el pesebre, simboliza la derrota del paganismo por el cristianismo que comienza con el nacimiento de Jesús.

A medida que avanza el naturalismo a finales del siglo XIV, las ruinas desaparecen, tenemos un establo, pesebre o cobertizo, también desaparece la cueva, pero se sigue manteniendo la escena nocturna. El Niño es el foco de luz de la escena pues la luz emana de él.

En esta obra de Federico Barocci de finales del siglo XVI, el Niño está envuelto en el manto azul de María, el color de la eternidad y de la divinidad.
Juan García de Zéspedes (1619 – 1678)
Virreinato de Nueva España
Ay, que me abraso, ay
¡Ay, que me abraso, ay!
divino Dueño, ay!
en la hermosura, ay!
de tus ojuelos, ay!
¡Ay, cómo llueven, ay!
ciento luçeros, ay!
rayos de gloria, ay!
rayos de fuego, ay!
¡Ay, que me abraso, ay!
¡Ay, que la gloria, ay!
del Portaliño, ay!
ya viste rayos, ay!
si arroja yelos, ay!
¡Ay, que su madre, ay!
como en su espero, ay!
mira en su luna, ay!
sus crecimientos, ay!
¡Ay, que me abraso, ay!
¡En la guaracha, ay!
le festinemos, ay!
mientras el niño, ay!
se rinde al sueño, ay!
¡Toquen y baylen, ay!
porque tenemos, ay!
fuego en la nieve, ay!
nieve en el fuego, ay!
¡Ay, que me abraso, ay!
¡Pero el chicote, ay!
a un mismo tiempo, ay!
llora y se ríe, ay!
que dos estremos, ay!
¡Paz a los hombres, ay!
dan en los cielos, ay!
y a Dios las gracias, ay!
porque callemos, ay!
¡Ay, que me abraso, ay!
divino Dueño, ay!
en la hermosura, ay!
de tus ojuelos, ay!
A todos los que pasan por aquí y usan los contenidos que voy poniendo, especialmente, Argentina, Puerto Rico, Chile, Costa Rica, Perú, México…, y toda Hispanoamérica. Y Estados Unidos, Alemania y hasta China, que aparece muchos días. Y en España a todas las aulas virtuales, y Classroom que enlazan, que tambien os veo… Feliz Navidad y próspero 2023.